TRADICIONES QUE SE HEREDAN

Las historias abundan, cargadas de aromas, texturas y sabores. Recuerdo a mi madre contando historias de mi abuela girando la cuchara de palo y explicándole la alquimia de los materiales, los cuales guardaba cuidadosamente en una alacena de madera. Mi bisabuela le delegaba a mi madre pequeñas tareas en la cocina, sin imaginar que con el tiempo iría adquiriendo un conocimiento el cual ocuparía gran parte de su vida.

Mi abuela fue una talentosa artista y, al igual que su madre, una gran cocinera. Batía por horas la leche hasta convertirla en manjar, y no hablo de cualquier manjar, si no el que al llegar a su punto de cocción hay que amasar para luego cortar con un cuchillo, del cual ansiosa junto a mis hermanos disfrutábamos de manera insaciables, ¿y para que hablar de los cerros de almendra que luego serian mazapán?

Abro mis ojos y son 30 años los que han pasado desde que mi madre dedicó su tiempo a este hermoso oficio, tradición familiar llena de amor del cual yo, una de sus hijas, también adquirí y hoy ejecuto, llevando a la mesa muchos sabores propios de mi historia.

Saber que las tortas hechas por mi familia, de alguna manera, han acompañado a muchos en momentos de celebración, alegrías y encuentros, me llena de felicidad y orgullo.

La vida dirá si alguna de mis descendencias continuará con esta tradición… ¿quién sabe?. Pero de lo que si estoy segura es de haberles tocado el corazón a muchos desde Las Golondrinas.